Por : Martin Gomez, periodista diario El Comercio
Este articulo fue publicado por el Diario El Comercio el 02/07/2006
Robert Farris Thompson, de la Universidad de Yale, estuvo en Lima para cerrar su próxima publicación: La Historia del Mambo. Le dedicará un capítulo a nuestro país y a un campeón peruano de mambo. Le contamos la historia. AL COMPÁS DEL MAMBO La anécdota de Thompson provocó que a sus 64 años de edad Héctor De la Cruz reviviera aquella memorable jornada en la Plaza de Acho.
El concurso, organizado por el diario Última Hora y radio El Sol, no contempló categorías. Había que bailar mambo y fajarse entre todos. Héctor, a sus nueve años de edad, representaba a su querido Surquillo. Su hermana mayor lo había inscrito pese a que no tenía pareja de baile. Don Guido Monteverde lo vio en la preselección y le buscó una concursante. Lo acompañó la niña Otilia Marcos de 13 años de edad.
El 9 de abril de 1951 la revista Time publicó una fotografía donde daba cuenta del furor que causaba el mambo en Lima. Robert Farris Thompson, un joven americano, leyó la nota con atención y quedó sumergido en la imagen: un bailarín tirado en el suelo y su pareja frente a él coqueteándole hasta el alma. Jamás se desprendió de esa escena. Pasaron los años y Thompson tampoco perdió de vista al mambo. Estuvo en México, Cuba y Nueva York conociendo más de aquel fenómeno que Gabriel García Márquez sindicara como “un golpe de Estado contra la soberanía de todos los ritmos conocidos…”. “Y es cierto”, arremete Thompson, “el mambo de Dámaso Pérez Prado es una filosofía, un estado de vida”, señala con una emoción que se reparte entre su afición por los tambores africanos y su enorme afecto por Sudamérica. Thompson –que es profesor de Historia del Arte Africano y Afroamericano de la Universidad de Yale vino a conocer la historia que le faltaba para terminar su próximo libro dedicado al mambo. “Estaba en una reunión con el conguero más importante de Inglaterra, Mark Cortgrove "Snowboy", y me hizo escuchar el tema “El Campeón”. Pregunté por la historia de esa composición y me dijo que la incluyó en su disco Mambo Rabia en homenaje al bailarín peruano Héctor De la Cruz, quien fue el ganador del Campeonato Nacional de Mambo realizado en 1951 en Lima.
De inmediato recordé aquella fotografía que me había impactado en mi juventud. Consulté si sabían algo de Héctor y me dijeron que era tío político del timbalero Jimmy Le Messurier. Le pedí su teléfono y aquí me tienes. Ayer conocí a Héctor en su casa de San Juan de Miraflores y no sabes cómo me emocioné. Le tomé muchas fotos y le pedí que me explicara cómo hacía ese paso de baile con la dama frente a él”, cuenta Thompson.
El 9 de abril de 1951 la revista Time publicó una fotografía donde daba cuenta del furor que causaba el mambo en Lima. Robert Farris Thompson, un joven americano, leyó la nota con atención y quedó sumergido en la imagen: un bailarín tirado en el suelo y su pareja frente a él coqueteándole hasta el alma. Jamás se desprendió de esa escena. Pasaron los años y Thompson tampoco perdió de vista al mambo. Estuvo en México, Cuba y Nueva York conociendo más de aquel fenómeno que Gabriel García Márquez sindicara como “un golpe de Estado contra la soberanía de todos los ritmos conocidos…”. “Y es cierto”, arremete Thompson, “el mambo de Dámaso Pérez Prado es una filosofía, un estado de vida”, señala con una emoción que se reparte entre su afición por los tambores africanos y su enorme afecto por Sudamérica. Thompson –que es profesor de Historia del Arte Africano y Afroamericano de la Universidad de Yale vino a conocer la historia que le faltaba para terminar su próximo libro dedicado al mambo. “Estaba en una reunión con el conguero más importante de Inglaterra, Mark Cortgrove "Snowboy", y me hizo escuchar el tema “El Campeón”. Pregunté por la historia de esa composición y me dijo que la incluyó en su disco Mambo Rabia en homenaje al bailarín peruano Héctor De la Cruz, quien fue el ganador del Campeonato Nacional de Mambo realizado en 1951 en Lima.
De inmediato recordé aquella fotografía que me había impactado en mi juventud. Consulté si sabían algo de Héctor y me dijeron que era tío político del timbalero Jimmy Le Messurier. Le pedí su teléfono y aquí me tienes. Ayer conocí a Héctor en su casa de San Juan de Miraflores y no sabes cómo me emocioné. Le tomé muchas fotos y le pedí que me explicara cómo hacía ese paso de baile con la dama frente a él”, cuenta Thompson.
Lo que vino luego fue una sofocante competencia de bailadores. “De 195 parejas concursantes clasificamos cincuenta”, recuerda Héctor y agrega “en la etapa final quedamos cinco parejas y bailamos –según me cuentan– quince mambos seguidos. Yo no los pude contar porque estaba concentrado en el baile. Sólo me fijaba en el público cuando me celebraban algún paso que yo extraía de no sé dónde. También escuchaba, de algún rincón, la voz de mi hermano, arengándome, “tírate al suelo, ahí, baja más.. Y sonaba el ‘Mambo Nº5’, ‘Al Compás del mambo’, ‘Mambo cerezo’ y tantos más. Y así gané”.
El pequeño Héctor tuvo por primera vez en sus manos 2.500 soles. ¡Un dineral! Saludó a Pérez Prado, posó para la foto, salió en hombros de la Plaza de Acho, y una comitiva de motocicletas de la policía lo escoltó hasta su barrio de Surquillo. La fiesta en el vecindario fue total. Posteriormente, un empresario lo quiso contratar para que sea el bailarín principal del famoso Embassy pero esto no prosperó.
El pequeño Héctor tuvo por primera vez en sus manos 2.500 soles. ¡Un dineral! Saludó a Pérez Prado, posó para la foto, salió en hombros de la Plaza de Acho, y una comitiva de motocicletas de la policía lo escoltó hasta su barrio de Surquillo. La fiesta en el vecindario fue total. Posteriormente, un empresario lo quiso contratar para que sea el bailarín principal del famoso Embassy pero esto no prosperó.
La Municipalidad sintió la presión de la Iglesia que, por aquella época y por orden ex-presa del cardenal Gualberto Guevara, había amenazado con excomulgar a quien fomentaba, difundía o bailaba el mambo. “No sabes cómo era la presión de la Iglesia”, afirma apenado. Lo cierto es que Héctor, en el 2006, vive nuevamente un sueño. “Que un estudioso del mambo haya venido a Perú solo para entrevistarme e incluirme en su libro ya es motivo de orgullo”. Y le creemos. La vida de Héctor se ha vestido nuevamente de emoción, como aquella noche en la Plaza de Acho, como aquella fotografía que también dejó huella en la retina de Robert Farris Thompson. Y como estos oídos que se sacuden cada vez que escuchan las agudas trompetas y potentes saxofones del mambo más agresivo que ha sonado en la Tierra. ■
5 comentarios:
excelente saber que todavia quedan leyendas vivas de la musica en peru
saludos
Martin Gomez y sus buenas investigaciones
saludos
kike perez
Hola Soy susy y estoy buscando a la presidenta de la asociacion Benny More, diana. Por favor si alguien puede ponerme en contacto con ella se lo agradeceria mucho. Es urgente
al amigo anonimo
Me parece logico tu comentario,pero es sencillo,no hables con el higado,si no con tu cerebro,si no valoras lo que hizo historia como el baile de 1951,donde inclusive la iglesia trato de excomulgar a los asistentes,y donde se han escrito libros sobre este tema y si de quieres saber mas, hasta perez prado le compuso un tema que luego lo grabara celia Cruz...ya pues compadre informate primero no seas estupidos en tus comentarios
Carlos benvenuto.
Ojo me identifico par a que los amigos de la asociacion no hagan caso a estos idiotas que escriben sin valorar la historia musical y bailable en el Peru.Eres tan tonto que comparas con Sandra Muente que no ha ganado nada y seguramente tu anonimo tampoco.Investiga luego escribe ignorante¡¡¡
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