El jazz es una armonía renovadora y palpitante. Cada instante reta a los instrumentistas a ser originales y los aleja de ser clasificados solamente por el estilo que han preferido tocar. Parece una contradicción, mas, en el fondo, no lo es.
Roberto Fonseca, el joven pianista, tampoco la desmiente. Él asegura que el secreto está precisamente en esa flexibilidad que ofrece el género y en estar abierto a escuchar todo tipo de música. Difiere, por tanto, de lo que un gran artista norteamericano afirmara sobre el jazz, calificándolo de incapaz de sorprender en los tiempos actuales. «Lo dice porque no ha venido a Cuba», responde con tranquilidad Roberto, quien lleva 15 años junto a Temperamento, experimentando, creando.
Tras su reciente y espectacular concierto en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, Roberto y Temperamento tienen un largo camino por recorrer al adentrarse en la búsqueda de nuevas sonoridades que enriquezcan sus visiones sobre el estilo que defienden. De ello veremos una muestra en su próximo fonograma.
Por lo pronto, aquella presentación fue un esbozo de lo que ya maduran en ideas. «La Basílica siempre ha sido un teatro muy especial por su acústica, por lo que asumimos el reto de aplicar la música clásica a nuestro formato. Utilicé el piano de cola, algo que me puso muy contento. Ese es el verdadero instrumento y ahí las ideas salen muy diferentes», explica Fonseca. Entonces, en poco más de una hora, Javier Zalba (saxofón, clarinete y flauta), Ramsés Rodríguez (batería) y Omar González (contrabajo) junto a Roberto, mantuvieron a sus seguidores en vilo. Compromiso, lento y despacio y otras composiciones se llevaron los aplausos del público.
Un concepto integrador de la música cubana primó en la cita, en la que estuvieron invitados la cantante Danay Suárez y el percusionista Andrés Cuayo. Se mezclaron también temas de la música tradicional como Drume negrita y Veinte años. En ambos devino agradable sorpresa la presencia de Omara Portuondo, quien asistió a la Basílica invitada por el grupo.
Definir géneros a interpretar es una cuestión difícil para estos músicos. «No decimos que tocamos solo jazz, porque a veces cuando se menciona, la gente se asusta y piensa que es el instrumentista haciendo un solo interminable. Más bien le llamamos música abierta y no nos interesa que sea un estilo o terminología nuevos, sino algo con lo que podemos identificarnos. También incluimos en lo que hacemos elementos de la música árabe, de los Balcanes, de la italiana.
«Eso sí: se va a sentir con fuerza siempre la cubanía. No la llevamos por el elemento comercial, como muchos grupos lo hacen. Ellos se aprovechan de eso para entrar en el mercado. No, a nosotros nos sale de una manera natural».
Temperamento ha dejado una estela de aplausos en la Ópera de Sydney (Australia), la prestigiosa sala Barbican de Londres (Gran Bretaña), en el circuito de jazz de Tokio (Japón), y en los festivales Paraty Latino de Sao Paulo (Brasil) y de verano Marciac 2010 —en este último certamen, celebrado al sur de Francia, presentó su CD-DVD Live in Marciac grabado durante su actuación allí en 2009.
En estos 15 años de bregar juntos, sobresale la sincronía que logran estos instrumentistas en el escenario. ¿Está todo ensayado o surge al calor del momento?, es una pregunta que muchos se hacen cuando los ven actuar.
El líder de la agrupación confiesa que ensayan solo «las entradas y salidas de los temas y algunos cambios que surgen en los números, pero lo demás surge al calor del momento. Es como si estuviéramos conversando y todos fuéramos cómplices de lo que sucede. Conversamos y vamos creando cosas nuevas con la música como base», señala.
A la hora de montar un tema hay una gran democracia entre los integrantes del grupo. «La idea no es propiedad del que la trae solamente, pues el tema lo montamos entre todos».
La formación musical de Temperamento es académica. El maestro Javier Zalba toca exquisitamente la flauta, el saxofón y el clarinete. Omar González estudió primero percusión y luego se decidió por el contrabajo, mientras Ramsés Rodríguez y Yoel Hierrezuelo se inclinaron por la percusión. A todos los admira Roberto, quien se tituló como pianista en el Conservatorio Guillermo Tomás, de Guanabacoa, y luego se graduó de ese mismo instrumento en la Escuela Nacional de Arte.
Como parte del movimiento de noveles jazzistas existente en la Isla, Fonseca sostiene que hay un grupo de jóvenes que tienen muy claro lo que quieren, pero hay otro buscando su camino. «Todavía esa visión que el mercado ha ofrecido de que el jazz latino es algo bien rápido, se percibe en muchas de sus notas. Cada vez que vamos a algún lugar, gracias a esa tendencia, nos preguntan si somos un grupo de salsa. Cuando nos escuchan y comprueban lo contrario siempre respondemos: “Como nosotros, hay otras agrupaciones en Cuba y mucho mejor que la nuestra”.
«Existe una parte de los jóvenes, pianistas incluso, que tocan muy bien y son virtuosos, pero la esencia de la música no todos la tienen. Esa experiencia la da el tiempo y ser abierto a escuchar todo tipo de melodía, porque en la música no solo hay que tener talento y buena técnica.
«Tuve la suerte de trabajar por mucho tiempo con Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo, Orlando López, «Cachaíto», el «Guajiro» Mirabal, Eliades Ochoa y Compay Segundo, entre otros integrantes del Buena Vista Social Club. Me alimenté mucho de la sabiduría intuitiva de ellos, porque no es lo mismo tocar la música tradicional como un negocio, que vivirla junto a sus protagonistas.
«Eso no está pasando ahora con los jóvenes, quienes a veces se preocupan por decir muchas cosas y para que a uno lo entiendan debe de usar el lenguaje sencillo, transparente, porque así es que se llega más directo al corazón de la gente».
Ahora el gran reto de Temperamento está en continuar mostrando ese caudal musical del que son dueños. Lo muestran en sus presentaciones habituales en los clubes de jazz y en los teatros de la capital. Tienen el deseo de actuar en las provincias, pues «en ocasiones no tienen tanto acceso a conocer de este tipo de grupos. Estamos igualmente muy interesados en intercambiar con los jóvenes en las escuelas de arte, que para nosotros es lo mejor que le puede pasar a un músico, ya que allí nos enseñan música clásica y uno aprende la técnica y la emoción en las melodías».
Sin embargo, será el nuevo disco la gran empresa de Temperamento: «Habrá un cambio de sonoridad», anuncia Roberto Fonseca. No obstante, no hay que asustarse, pues los cambios que quizá escuchemos no borrarán el sello de la agrupación.
«Estamos en la búsqueda de ese sonido y en la base de seleccionar los temas. Lo grabaremos aquí, con Montuno Producciones. Es algo loco, porque las cosas así vienen bien». Desde ya esperamos por el álbum.
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