Diario El País.
Suplemento BABELIA - 24-05-2008
Son dos de las grandes voces de América Latina. Una canta en español y la otra en portugués. La cubana Omara Portuondo, de 77 años, es la maravillosa cantante a la que se le escapaba una lágrima tras cantar a dúo con Ibrahim Ferrer en la película de Wenders Buena Vista Social Club; la brasileña Maria Bethânia, de 61, es la extraordinaria intérprete que se agiganta en un escenario. "La voz de Maria Bethânia tiene un color, una densidad, una seguridad, una sutileza: ella nos colma", dice Omara, fascinada desde que la escuchó cantar en 1986 en Varadero. Para la brasileña, Omara "tiene una musicalidad, una inteligencia, una comprensión musical que no es muy común". Como dice la nota de la discográfica, "son hijas del mismo negro. Juntas promueven el reencuentro del trazado evolutivo de dos pueblos siameses, que tienen en la música la manifestación más contundente del autoconocimiento".
Estrenaron estas canciones en el Canecão de Río de Janeiro en marzo y desde entonces las han llevado de gira por diez ciudades de Brasil y por Argentina y Chile. En el disco -se grabó antes de que iniciaran los conciertos- se echa en falta algo más de interacción entre estas dos voces que se buscan -sólo cantan juntas en cuatro de los once cortes-. Comparten el lirismo de Para cantarle a mi amor, de Orlando de la Rosa, en la que la hermana de Caetano Veloso se expresa en español, la vitalidad de Tal vez, de Juan Formell, líder de los Van Van, y la resultona Marambaia, en la que Omara se atreve con el idioma portugués. Y repite en el dúo de Você ('Penas do Tiê'), que trae esa temática rural que Bethânia tanto ama y con la que las dos se despiden en Caipira de fat'o y El amor de mi bohío.
Espectacular el comienzo con una canción de cuna, Lacho, y la voz de Omara Portuondo acompañada por un cajón que recalca la raíz africana de las músicas de Cuba y Brasil. Aunque el tono intimista e introspectivo del registro lo dan el bolero y el repertorio de la década de los cincuenta. Mil congojas ("Prefiero una y mil veces que te vayas", canta Omara) a lo que Bethânia responde con un refinado Arrependimento, de Dolores Duran, que trata también de decepciones amorosas. Y un poema de Dulce María Loynaz introduce Palabras, de Marta Valdés, que canta la cubana, y Palavras, de Gonzaguinha, en la voz de la brasileña.
Biscoito Fino resulta un disco delicado y sentimental, por momentos conmovedor, del que cabía esperar más. En la edición especial, un DVD permite revivir momentos de la grabación.
Estrenaron estas canciones en el Canecão de Río de Janeiro en marzo y desde entonces las han llevado de gira por diez ciudades de Brasil y por Argentina y Chile. En el disco -se grabó antes de que iniciaran los conciertos- se echa en falta algo más de interacción entre estas dos voces que se buscan -sólo cantan juntas en cuatro de los once cortes-. Comparten el lirismo de Para cantarle a mi amor, de Orlando de la Rosa, en la que la hermana de Caetano Veloso se expresa en español, la vitalidad de Tal vez, de Juan Formell, líder de los Van Van, y la resultona Marambaia, en la que Omara se atreve con el idioma portugués. Y repite en el dúo de Você ('Penas do Tiê'), que trae esa temática rural que Bethânia tanto ama y con la que las dos se despiden en Caipira de fat'o y El amor de mi bohío.
Espectacular el comienzo con una canción de cuna, Lacho, y la voz de Omara Portuondo acompañada por un cajón que recalca la raíz africana de las músicas de Cuba y Brasil. Aunque el tono intimista e introspectivo del registro lo dan el bolero y el repertorio de la década de los cincuenta. Mil congojas ("Prefiero una y mil veces que te vayas", canta Omara) a lo que Bethânia responde con un refinado Arrependimento, de Dolores Duran, que trata también de decepciones amorosas. Y un poema de Dulce María Loynaz introduce Palabras, de Marta Valdés, que canta la cubana, y Palavras, de Gonzaguinha, en la voz de la brasileña.
Biscoito Fino resulta un disco delicado y sentimental, por momentos conmovedor, del que cabía esperar más. En la edición especial, un DVD permite revivir momentos de la grabación.
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